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El arte de vivir las matematicas

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Cinco minutos antes de que suene la alarma de las 4:30 de la mañana, la que nunca alcanza a sonar pero que sin falta programa cada noche antes de dormir, Carlos Alberto Jojoa despierta, organiza sus pertenencias, sale de su casa a las seis de la mañana y se desplaza hacia la Institución Francisco José de Caldas en Santa Rosa de Cabal. Es así como inicia, desde los últimos tres años, un nuevo día como esposo, padre y principalmente como maestro. 

INFANCIA

Jojoa, como es llamado por la mayoría de sus alumnos, amigos e incluso familiares, nació y creció en lo profundo de la capital nariñense, y es que el suave tono de su voz y el particular acento de sus palabras delatan de inmediato su origen pastuso, región de la que partió hace más de diez años.

En su infancia, Carlos Alberto Jojoa fue un niño tímido y pasivo, al que le apasionaban las cometas. Y cada vez que llegaba agosto, el mes de los vientos, su abuela, quien vivía en una zona rural de Pasto, lo esperaba con finos listones de bambú para que su nieto pudiera elaborar sus añorados barriletes. Era tal su afición y su talento para construir aquellos artefactos voladores, que su madre le compraba el material suficiente para que el pequeño Jojoa pudiera hacer de la ventana de su casa, una vitrina para promocionar sus cometas, a la espera de que los niños del vecindario se acercaran a comprarlas.

Fotografías: 5.0 pal profe

Carlos Alberto, a diferencia de los demás niños de su edad, a los que les gustaba corretear de un lado para el otro, se divertía con solo verlos jugar. Encontraba fascinante observar las cosas a su alrededor, en especial las cometas que se elevaban en el cielo. Por eso, cada vez que un niño compraba una de las suyas, solo lograba sentirse realizado al ver en lo alto su cometa. Verlas libres en el firmamento era para aquel pequeño “una forma de volar”.

Jojoa no se caracterizó en sus años como estudiante por ser el mejor de la clase, no porque fuera un mal alumno, sino que reprobar con frecuencia religión e inglés no le permitía obtener un promedio más alto. Y aunque pueda parecer inusual, e incluso gracioso, que alguien no apruebe religión en el colegio, para Jojoa era difícil asimilar aquellas cosas que no eran demostrables, es por ello que aún en la actualidad, prefiere nunca hablar sobre religión y política, porque a diferencia de las matemáticas, en estas áreas nunca habrá para él una verdad absoluta.

Su amor y habilidad en las matemáticas despertaron poco a poco desde la primaria. Con cariño aún recuerda a Yolanda, su profesora de aritmética de la infancia, quien a pesar de ser seria y rígida, logró avivar en sus alumnos, entre ellos Jojoa, un especial interés en los números. Y su destreza para las operaciones y procesos matemáticos no pasaron desapercibidos ante sus profesores de la secundaria, quienes con el ánimo de fortalecer sus capacidades en esta área, le regalaban a menudo material para que practicara desde su casa.

Para entonces, Carlos Alberto era consciente de que tenía un talento especial para los números, que combinados con la pasión que sentía por ellos, empezó a plantearse seriamente para su futuro aprender más y más sobre las ciencias exactas. Y mientras llegaba el momento de graduarse e ir a la universidad, Jojoa hizo parte de clubes matemáticos, con los que participó en concursos a nivel municipal, regional, e incluso llegó a representar a su departamento a nivel nacional en las Olimpiadas Matemáticas. 

Convertirse en un estudiante de ciencias exactas y salir de su natal Nariño, era una de las cosas que más deseaba realizar al graduarse del colegio. Sin embargo, partir lejos de su ciudad para radicarse en otra, implicaba unos gastos que su familia no le podía garantizar; por ello, aunque nunca se le cruzó por la mente convertirse en maestro, la carrera más cercana a los números y a la que pudo acceder por sus resultados del Icfes fue a la Licenciatura en Matemáticas en la Universidad de Nariño.

CARLOS ALBERTO JOJOA

Docente

Las personas que llegan a la docencia desde otras áreas terminan agravando, en ocasiones, las situaciones internas escolares

SERVICIO

Todo esto implicó un cambio trascendental en los planes que Jojoa había realizado a futuro. Y es que en aquel momento la licenciatura parecía no ajustarse mucho a sus aptitudes, porque a excepción de su potencial para las matemáticas, a Carlos Alberto no le atraía la tarea de explicar a otros ni trabajar en equipo. A pesar de esto, vio en aquella carrera, más que la oportunidad de convertirse en maestro, la posibilidad de usar los conocimientos adquiridos como un trampolín para aplicar a ingeniería civil, a la que no pudo ingresar desde un principio.

Su buen desempeño durante su primer semestre como universitario lo ayudaron a sentir mayor confianza en su destreza en las ciencias exactas; en especial, el hecho de haber ganado sin estudiar un examen final de álgebra con una calificación de 4.8. Y ante el éxito rotundo que tuvo en aquel momento, Jojoa decidió poner en marcha esta estrategia una vez más en segundo semestre. Sin embargo, el resultado que obtuvo en aquella ocasión no fue satisfactorio, lo que lo llevó a reprobar la materia.

Aquel desenlace no solo lo hirió en lo más profundo de su orgullo, sino que derribó toda la confianza que tenía en sus habilidades. Y al pensar en la vergüenza que sentiría ante sus compañeros al saber que mientras ellos habían logrado avanzar, él debería volver a ver la misma clase, tomó la inesperada decisión de abandonar la carrera. Así fue como pasó los siguientes cuatro años como colaborador en obras de construcción en la ciudad de Pasto, oficio que también había desempeñado su padre desde joven. Aún así, la desenfrenada pasión por las matemáticas que seguía latiendo en lo profundo de su ser, acompañada de la madurez y motivación que había adquirido en aquellos años, no solo lo hicieron retomar su carrera desde cero, sino que, en lugar de cuatro años, tardó solo dos en terminar la carrera profesional. 

Luego de culminar sus años como universitario, Carlos Alberto decidió poner en marcha, como proyecto educativo personal, la construcción de una escuela privada. Pero a los ocho años de la realización y perfeccionamiento de su idea, Pasto se había convertido en un blanco de las pirámides de dinero y, como una mala jugada del destino, gran parte de los padres que financiaba la institución de Jojoa con la educación de sus hijos, cayeron en estas redes de engaño, lo que los obligó a retirar sus hijos del plantel educativo, hecho que llevó a la quiebra a la institución. 

 

Ante la desesperación por pagar las deudas que había adquirido luego de aquella masiva desfinanciación, Carlos Alberto se vio en la necesidad de partir de su ciudad natal hacia la capital del país, en donde se dedicó a dictar clases en colegios privados y públicos durante un año, con el único objetivo de saldar los pasivos con los que contaba su proyecto educativo. Fue en esta época que Jojoa comprendió no sólo la importancia de las instituciones públicas en el desarrollo educativo del país, sino que así mismo descubrió la que hoy es una de sus grandes pasiones: la docencia. 

Y al finalizar aquel año en Bogotá, Jojoa se arriesgó a presentarse a una convocatoria que se abrió a nivel nacional en el año 2010, para aplicar a unas vacantes en Risaralda e Ibagué. Y luego de haber aprobado el examen correspondiente, él decidió tomar el puesto que estaba disponible en el municipio de Santuario, Risaralda. En aquella institución, y gracias al apoyo de los rectores que pasaron por el plantel educativo, Carlos Alberto tuvo la oportunidad de emprender diferentes semilleros de investigación en los que involucró a sus estudiantes, en donde les daba la oportunidad de profundizar y descubrir el mundo de la matemáticas como él lo hizo en la secundaria. 

Fotografía: 5.0 pal profe

 “A mí me gusta trabajar situaciones que le permitan al estudiante hacer matemáticas, y que en ese proceso el estudiante las pueda aprender y que él sea capaz de volverlas a construir”.

Carlos Alberto Jojoa

Y fue en uno de esos espacios de estudio e indagación donde nacieron los que podrían decirse son sus proyectos más importantes: la caja de herramientas matemáticas y el Logidrez. Este último es un juego similar a los de mesa, involucra el análisis y la prudencia del ajedrez. Con estos proyectos, Carlos Alberto y sus alumnos participaron en Ondas, un programa de Colciencias (Ahora Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación) en el que se buscaba incentivar la investigación en las instituciones educativas del país, con dichos proyectos no solo representaron al Instituto Santuario a nivel municipal y departamental, sino que también lograron hacerlo a nivel nacional. Pero, ¿cómo surge y cuál es la verdadera finalidad de este trabajo matemático? 

Fotografía: 5.0 pal profe

DÍA A DÍA

A pesar de que sus cinco años en el Instituto Santuario fueron muy productivos, Jojoa, como buen pastuso, extrañaba participar y disfrutar de diferentes espacios artísticos y culturales, por lo que en el año 2016 decidió trasladarse cerca de la ciudad de Pereira en donde pudiera recurrir con facilidad al cine, al arte y al teatro. En ese mismo año, Jojoa empezó a trabajar como docente en la Institución Francisco José de Caldas en Santa Rosa de Cabal, en donde profundizó en su proyecto del Logidrez, por el cual la Gobernación de Risaralda lo reconoció en el año 2019 como uno de los docentes más significativos del departamento.

Hoy Jojoa se considera una persona feliz y agradecida por alcanzar una realización como profesional y como persona, ya que, aparte de su licenciatura y maestría en la enseñanza matemática y del doctorado en educación que está realizando, Carlos Alberto tiene una familia compuesta por su esposa, dos hijas de diez y siete años, y un hijo mayor que se encuentra en la universidad.

Aún así, Jojoa expresa que todavía tiene muchas cosas por emprender. Cada mañana, y motivado al poder compartir con otros su gusto por la aritmética, acude a clase con el propósito de que la mayoría de sus alumnos rompan los prejuicios que tienen hacia esta materia, y puedan descubrir en ella, como alguna vez lo hizo su profesor, que las matemáticas, al igual que el arte, “son una vivencia y una condición de vida” y que todos de alguna manera “somos matemáticos por naturaleza”.

 

El profe Carlos Alberto alcanza un 5.0 no solo por vivir las matemáticas, también por su amplia innovación pedagógica. 

“Eso de que los exámenes se hacen con cuaderno cerrado es falso, si el cuaderno me sirve, me tiene que servir en el momento más preciso que es en el examen”.

—  Carlos Alberto Jojoa

Fotografía: 5.0 pal profe

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